Fuenteovejuna (Carta de Voltaire a Lord Chesterfield)

Introducción: Philip Dormer Stanhope, Conde de Chesterfield (1694 – 1773), tuvo un hijo natural, único descendiente que falleció antes que él,  con quien comenzaría la correspondencia llamada «Cartas a su Hijo» (compendio clásico de las letras), donde le ofrecía consejos en su «grand tour» de por Europa.  Su pariente James Stanhope luchó en España durante la Guerra de Sucesión. Tuvo amistad con Voltaire, el cual escribió la historia «Les oreilles de Lord Chesterfield». El Dr. Samuel Johnson publicaría en vida de aquél su famoso y primer Diccionario de la Lengua Inglesa.

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Milord,

En una de sus cartas a su hijo en París, que este último me dejó leer, recuerdo que vaticinaba sagazmente la devaluación del oficio de rey, lo que en definitiva comportaba el eclipse de la Corte de Versalles y su mundo que, aunque todavía deslumbraba por sus grâces, poco más duraría.

Las libertades acechaban cada vez con menor cautela los abusivos privilegios de algunos estamentos en declive. Su exquisito feeling percibió, con más instinto que un cazador -!ah, viejo zorro amigo!-, las podridas entrañas de una aparente fruta madura y la imparable bota gigante que la aplastaría. Sí, llegó Marianne con su lozano cuerpo y su gorro frigio.

A mí me llegan aires parecidos del Sur en donde no es una bota inmensa lo que avanza, sino cientos de pequeños y discretos zapatos a los que, lenta pero inexorablemente, se les van uniendo otros más aumentando así su número.  Es una revolución, milord, que aunque pacífica y civilizada, corroe como una gota de agua en el hierro. En modo alguno se trata de una guerra, en el sentido más estricto de la palabra.

Ya hace algún tiempo, un pueblo llamado Arenys de Munt convocó un referéndum no oficial sobre la independencia de Cataluña. El Estado puso el grito en el cielo y sus intenciones de impedirlo fracasaron. Desde entonces, extendiéndose como una mancha de aceite, se han celebrado  más de 400 en diversos pueblos de todo el Principado y continúa convocándose, previendo que en su capital, Barcelona, lo sea el próximo año. Una plataforma ciudadana ha solicitado ayuda al Alcalde. ¿Se unirá a Fuenteovejuna?

También ha entrado en el Parlament la solicitud para la convocatoria de un referendum oficial. Vots i no paraules dicen algunos, superado el desacreditado lema fets i no paraules que perdió en su andadura la primera parte de la oración.

Los organizadores, milord, son ciudadanos que actúan por su cuenta dejando de lado a constituciones y poderes a quien cada vez hacen menos caso. Parece como si mediara un abismo entre los políticos  y el pueblo. ¿Se imagina qué brillante atrevimiento? Hacen uso de una libertad que les prohíben a pesar de que algunos de sus peores representantes presumen de demócratas y liberales mientras se llenan los bolsillos sin dimitir ni ser cesados.

Recientemente un Comité de Sabios, parece ser que formado por personas no precisamente elegidas por el pueblo, ni tampoco por razón de su sabiduría, sino por las facciones políticas mayoritarias, de las que son esbirros y, por tanto, marcados por su ideología, después de andarse por las ramas durante más de cuatro años para fallar sobre si la más alta norma del Principado, aprobada por dos Parlamentos y en referéndum popular, era constitucional o no, se han puesto de acuerdo y, en un plis plas no carente de soberbia, sintiéndose de repente chefs, entraron en la cocina y después de dividir la pieza en partes y sin previo adobo, la guisaron en menos de una semana. ¡Ni la excelente lièvre a la royale que prepara mi cocinera se despacha tan rápido, milord!

El tribunal preconstitucional

Sabios justicieros en pedestal (souvenirs de Honoré Daumier)

Se dirá, sí, que dispusieron de cuatro años para condimentarla e incluso dejar que se pudriese ligeramente. Me pregunto entonces qué pasó en esta última y efímera semana de prisas y cacerolas. ¿Empezaba a oler demasiado? Quizás no entraron en la cocina para guisar, sino para comer.  ¡Ahora lo veo, monsieur! La prueba de ello es que tarda en publicarse la receta, que sin duda será irrepetible.

El Ayuntamiento de Port de la Selva se ha autoexcluido ahora de la Constitución. Y la moda también se extiende como otra mancha de aceite. Van detrás Vilafranca del Penedés, Vic, Montesquiu, Llambilles, Viladamat…

Finalmente se prevé en Barcelona una gran manifestación a la que en Madrid, con el consabido respeto que tienen los medios por la información veraz, tratarán como inapreciable, fomentando una vez más su inoculta fobia por los catalanes. ¿Por qué esa falta de tolerancia? Discriminación, además, que precisamente prohibe su ahora tan cacareada constitución y que nadie denuncia. Pero  ¿quien lee la prensa de dicha pequeña capital? En cualquier caso, el mundo está presente en Cataluña a través de todos sus difusores de noticias, interesados cada vez más en el proceso irreversible que se ha iniciado y al que ya no pueden oponerse banderas ni cañones.

El pueblo sigue mi ejemplo, milord. Aunque yo no solo me autoexcluí de muchas constituciones, sino que tuve incluso que huir de aquellos reinos al que el tiempo les quitó la razón. ¡Ya vé! Son siempre los ciudadanos quienes tienen la última palabra como en Fuenteovejuna. Me atrevo a recordar a vuestra señoría los versos siguientes que a buen seguro encontrará en su biblioteca: ¿quién mató al Comendador? / Fuenteovejuna, Señor / ¿Quién es Fuenteovejuna? / Todos a una, Señor. Sobran palabras.

Au revoir. Sabe que soy vuestro más humilde servidor,

Monsieur de Voltaire.

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